Las implicaciones del movimiento migratorio de Twitter a Mastodon.

Javier Lorenzo Rodríguez

Departamento de Ciencias Sociales

Universidad Carlos III de Madrid.

 

El 27 de octubre el magnate de los negocios Elon Musk adquiere Twitter. Más allá de las críticas desde la perspectiva empresarial (pérdidas billonarias, despidos masivos y pago de descargas de tuits a través de su Application Programing Interface incluso para fines de investigación) esta entrada pretende reflexionar sobre los efectos que este movimiento puede tener para la calidad de los debates en la esfera pública.

Declarándose un “absolutista de la libertad de expresión”, Musk quería liberar a Twitter, la red social con más impacto en el debate público, de “la censura de la izquierda” (especialmente tras los últimos cambios introducidos por las plataformas a consecuencia de Cambridge Analytica y sus posteriores reacciones por las instituciones reguladoras como la UE). Palabras acompañadas de decisiones empresariales, pero con implicaciones sociales y políticas. Algunas de ellas han llevado a Musk a moderar su actitudes y decisiones, como la pérdida de credibilidad tras no aceptar la resolución del plebiscito sobre su permanencia que él mismo lanzó desde su perfil, pasando por la corrección de sus propias políticas liberadoras como la publicación de localizaciones que le afectó a su propia familia, o el retroceso a su amenaza de no publicar tuits con enlaces a redes sociales de terceros (sancionado por reguladores de la competencia en US y UE).

Otras, en cambio, han generado el efecto contrario al deseado por Musk (aunque era lo previsto por los expertos): Twitter registra más control que antes y se han duplicado el número de visualizaciones de tuits que “incitan al odio”, con un tercio menos de visualizaciones totales. Además, ha aumentado el número de cuentas suspendidas, sin modificación alguna del algoritmo, según Elon Musk.

Estas consecuencias indeseables han abierto un debate más general sobre la calidad de los foros de deliberación pública. ¿No sería mejor “migrar” la conversación pública a “entornos más amables”, como es el caso de la red Mastodon? ¿Por qué no buscar un entorno deliberativo más seguro, en el que poder discutir en libertad y con una cierta altura intelectual sobre diversos temas, con una selección previa de los usuarios? Se trataría, en suma, de garantizar lo que Twitter ya no podría ofrecer: seguridad en la autoría de las cuentas, privacidad en las discusiones, una moderación sobre los contenidos vertidos y un proceso deliberativo entre pares.

Antes de discutir las implicaciones sustantivas de esta posible migración, conviene resaltar las diferencias estructurales y lógicas existentes entre ambas plataformas. Mastodon es una federación de servidores independientes libremente interconectados, basado en código fuente abierto desarrollado por una organización sin ánimo de lucro – a interconexión de estos servidores, junto con otros libremente asociados forman “el fediverse”, teniendo cada uno de estos servidores su propio esquema de reglas y normas de interacción y de participación. Aunque el acceso al fediverso le permita comunicar con otros, siempre será bajo las reglas de cada uno de los servidores y de aquellos que lo operan. Uno es libre de moverse entre instancias (nombre que reciben los servidores) y podrá llevar su red de contactos consigo, pero tendrá que aceptar las nuevas reglas.

Estos rasgos distinguen Mastodon de Facebook o Twitter, donde todos juegan en un mismo y gigante espacio común y en el que, de una forma u otra, todos pueden interactuar con todos. En las dos grandes redes sociales si no te gustan las reglas no puedes llevarte tu red (conexiones) consigo a otro patio (red social). Estas plataformas viven de mantener una gran masa de cuentas que ofrecer a las empresas de marketing y ventas mediante una estructura comunicativa que cumple con las expectativas y unas reglas comunes de sus usuarios. Con ello mantienen la estructura de la plataforma y generan beneficio a través de la venta de anuncios micro-segmentados en sus plataformas.

En el caso de Mastodon el juego de incentivos es distinto: por un lado, los servidores velarán por el cumplimiento de las reglas para fidelizar a los usuarios y que otros servidores se desconecten por tener un comportamiento no deseado por otros servidores. Esto incentiva a los moderadores a incrementar su vigilancia para filtrar trolls y acosadores. A esto hay que sumar que los costes técnicos y económicos que conlleva la creación y mantenimiento de un nuevo servidor desincentiva a la multiplicación de los mismos y a su deterioro: mejor mantener lo que está activo. La suma de estos factores reduciría el esfuerzo constante que las otras plataformas tienen que hacer para evitar los constantes baneos de spam y trolls.

Sin embargo, el “efecto llamada” ha generado nuevos problemas. En lo que sigue queremos concentrarnos en el efecto potenciador de las cámaras de eco que puede conllevar la migración a Mastodon. Queremos defender que esta migración acarrea efectos indeseables para la deliberación pública, efectos que deben ser igualmente contemplados al evaluar el potencial de la naciente plataforma a medio-largo plazo.

Desde la academia, distintas disciplinas han abordado las implicaciones de las redes sociales como constructores de cámaras de eco (Sunstein, 2002) que dificulten la discusión entre desiguales (Hameleers, & Fawzi, N, 2020; Tamarit & Cuesta, 2018) que simplemente opinen distinto (Vaccari, Valeriani et alt, 2017), promoviendo el refuerzo cognitivo y evitando la disonancia cognitiva (Parsons, 2010), el desacuerdo (Yang, Barnidge & Rojas, 2017) y, muy especialmente, la tolerancia al mismo (Muradova, & Arceneaux, 2022). Por el contrario, estudios recientes demuestran que estas cámaras de eco, aún existiendo, son menos importantes que en escenarios mediáticos anteriores, caracterizadados por una menor exposición a información o puntos de vista contrarios (Barbera et alt, 2015; Guess et alt, 2020; Kim et alt, 2021) y que por supuesto su influencia no es tan determinante como los antecedentes individuales de cada usuario (Lorenzo y Torcal, 2022). Esto es, los determinantes de la polarización política entre individuos provienen de las propias características, nivel formativo, educativo y situación personal de los mismos, y no tanto de su exposición o sobre exposición en las redes sociales. Parafraseando al profesor Torcal, los hooligans ya vienen radicalizados de casa (Torcal, 2023).

A pesar de las características algorítmicas y lógicas de las plataformas como Twitter, estas cumplen una función social indiscutible; una interacción directa entre usuarios de distinta procedencia, nivel cognitivo y formativo; una plaza pública. Lógicamente esta comunicación ha de tener una cierta intermediación para ajustarse a la ley y controlar los discursos de odio, el acoso y la vulneración de derechos que se producen en sus conversaciones. La migración a Mastodon implica cerrar los patios, reservar el derecho de admisión a las plazas, restringir el debate y la interacción más allá de los límites legales a los estándares que cada grupo de usuarios fije como tolerables. Esto sí que es alimentar cámaras de eco y, desde luego, eliminar la extensión de los desacuerdos hasta límites tolerables, es decir, acrecentar la intolerancia al desacuerdo (Miller, 2023). Desde luego que desde las instituciones públicas estas iniciativas están bien vistas; cumplen todos los requisitos y se convierten en plataformas no peligrosas para el incumplimiento de derechos fundamentales y espacios de tolerancia. Por el contrario, este exceso de “celo” puede inducir a construir espacios en los que el desacuerdo resulte inexistente, a un aumento todavía mayor de la polarización al reducir escenarios de confrontación y, por tanto, a abandonar la idea de la convivencia en el desacuerdo, a aceptar y respetar a quienes opinen lo contrario, a quienes votan lo contrario. En definitiva, debemos mantenernos vigilantes ante el abandono de esferas públicas abiertas por otras más selectivas y cerradas: aunque resulten tentadoras pueden acarrear efectos negativos para la calidad de la deliberación pública.

 

Referencias

Barberá, P., Jost, J. T., Nagler, Jonathan., Tucker, J. A., & Bonneau, Richard. (2015). Tweeting From Left to Right: Is Online Political Communication More Than an Echo Chamber? Psychological Science, 26(10), 1531–1542. https://doi.org/10.1177/0956797615594620

 

Kim, J. W., Guess, A., Nyhan, B., & Reifler, J. (2021). The Distorting Prism of Social Media: How Self-Selection and Exposure to Incivility Fuel Online Comment Toxicity. Journal of Communication, 71(6), 922–946. https://doi.org/10.1093/joc/jqab034

 

Guess, A., & Coppock, A. (2020). Does Counter-Attitudinal Information Cause Backlash? Results from Three Large Survey Experiments. British Journal of Political Science, 50(4), 1497–1515. https://doi.org/10.1017/S0007123418000327

 

Hameleers, M., & Fawzi, N. (2020). Widening the Divide between Them and Us? The Effects of Populist Communication on Cognitive and Affective Stereotyping in a Comparative European Setting. Political Communication, 37(5), https://doi.org/10.1080/10584609.2020.1723754

 

Lorenzo-Rodríguez, J., & Torcal, M. (2022). Twitter and Affective Polarisation: Following Political Leaders in Spain. South European Society and Politics, 1–27. https://doi.org/10.1080/13608746.2022.2047554

 

Miller, L. (2023). Polarizados : la política que nos divide. Deusto. Bilbao.

 

Muradova, L., & Arceneaux, K. (2022). Reflective political reasoning: Political disagreement and empathy. European Journal of Political Research, 61, 740–761. https://doi.org/10.1111/1475-6765.12490

 

Parsons, B. M. (2010). Social networks and the affective impact of political disagreement. Political Behavior, 32(2), 181–204. https://doi.org/10.1007/s11109-009-9100-6

 

Tamarit, I., Cuesta, J. A., Dunbar, R. I. M., & Sánchez, A. (2018). Cognitive resource allocation determines the organization of personal networks. Proceedings of the National Academy of Sciences. https://doi.org/10.1073/pnas.1719233115

 

Torcal, Mariano (2023). De votantes a hooligans : la polarización política en España. Catarata. Madrid

 

Vaccari, C., Valeriani, A., Barberá, P., Jost, J. T., Nagler, Jonathan., & Tucker, J. A. (2016). Of Echo Chambers and Contrarian Clubs: Exposure to Political Disagreement Among German and Italian Users of Twitter. Social Media + Society, 2(3), https://doi.org/10.1177/2056305116664221

 

Yang, J. H., Barnidge, M., & Rojas, H. (2017). The politics of “Unfriending”: User filtration in response to political disagreement on social media. Computers in Human Behavior, 70, 22–29. https://doi.org/10.1016/j.chb.2016.12.079

[1]      Otra diferencia de Mastodon es que está escrito en un protocolo de código abierto llamado “ActivityPub” , lenguaje en el que también están escritos reemplazos a Instagram (PixelFed ), Youtube Esta entidad también desarrolla otras plataformas alternativas a Youtube ( PeerTube) podcast ( FunkWhale) incluso Facebook (Friendica), permitiendo acceder a todas ellas con una sola cuenta https://edri.org/our-work/everyone-is-on-mastodon-now-but-why/