Por nuestro compañero Francisco Seoane
Desde el seminal experimento de Henri Tajfel en 1970, se viene confirmando que los seres humanos tenemos una tendencia natural al conflicto intergrupal. El psicólogo polaco comprobó que podemos dividirnos por algo tan aparentemente banal como nuestro gusto por un cuadro de Klee o Kandinsky para, una vez separados, discriminar al ‘exogrupo’ (el grupo distinto a nosotros). Esta tendencia innata a favorecer a los propios y perjudicar a los ajenos está atemperada por las normas sociales. No está bien visto, e incluso está codificado en muchos regímenes legales, discriminar por razones de religión, raza o género. Sin embargo, parece que no hay norma social alguna que nos impida tratar de manera desfavorable a los que piensan distinto en política, a los simpatizantes de otros partidos políticos distintos al nuestro.
En un experimento que presentó este miércoles en la Universidad Carlos III de Madrid, el sociólogo Luis Miller, del CSIC, demostró que, cuando se trata de política, el descaro para dar más a los tuyos y menos al rival es muy superior a la discriminación por razones de religión. El experimento se realizó en Nottingham con estudiantes universitarios, a los que se dividió en tres grupos experimentales: un grupo definido por su orientación religiosa, otro definido por su orientación política, y un tercer grupo de control, dividido su preferencia por ciertos colores. A los estudiantes se les daba la posibilidad de repartir 16 libras entre alguien de su grupo (de su religión, de su partido, o de su color) y alguien de otro grupo distinto. En los grupos de religión y colores, el 90 por ciento de los estudiantes pensaba que estaba mal dar más a los tuyos que a los demás, pero ese porcentaje bajaba al 80 en el caso de la política.
Cuando se trataba de repartir el dinero, es decir, cuando se trataba de pasar del terreno del deber ser a la acción concreta, sólo 2 de cada 10 le daban más dinero a los de su religión, pero casi la mitad de los participantes le daba más dinero a los de su partido político. Como curiosidad, cabe destacar que los Conservadores eran los más discriminados, ya que recibían un promedio de tres libras menos por parte de los simpatizantes de otros partidos como el Laborista, los Verdes, o los Demócrata-Liberales.
¿Por qué estamos dispuestos a discriminar con tanto descaro a nuestros rivales políticos, mientras que nos cortamos muchísimo más a la hora de discriminar a otras religiones? Quizá, como ironizó Luis Miller, porque la política es el único reducto que nos queda para pegarnos en una sociedad en la que casi todo está sujeto a normas sociales. Bien es cierto que la religión no está relacionada con problemas distributivos, mientras que la política sí. Cuando crece la desigualdad económica, no es sorprendente que volvamos a una mayor polarización política. No es casualidad, pues, que coincidan en el tiempo grandes crisis económicas y grandes crisis políticas.
La charla de Luis Miller se enmarca dentro de las actividades del proyecto ‘Desacuerdos morales en la esfera digital’, financiado por la Fundación BBVA y dirigido por Antonio Gaitán, profesor de Filosofía de la UC3M.
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