El próximo 16 de enero, Karen Frost-Arnold, autora de Who Should We Be Online? A Social Epistemology for the Internet (OUP, 2023), impartirá un seminario en marco de las actividades del proyecto de investigación digi_morals (Desacuerdos morales en la esfera digital – Fundación BBVA). En esta entrada esbozamos los principales temas tratados en el libro y su relevancia para la temática de nuestro proyecto.

 

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Karen Frost-Arnold es una filósofa de la ciencia y epistemóloga feminista. En su reciente libro narra cómo su investigación inicial se ha ido orientando hacia la epistemología de internet y sus diversos contextos digitales, coincidiendo con un periodo de transición entre dos actitudes generales hacia las redes sociales. De un lado, un periodo inicial, entre 2000 y 2010, caracterizado por el optimismo y la confianza en el poder emancipatorio de las redes sociales para generar conocimiento de forma abierta e igualitaria. De otro lado, un periodo más reciente, que podríamos situar entre 2011 y la actualidad, con un pico más pronunciado a partir de 2016, y en el que se ha impuesto una actitud más pesimista o cínica sobre el potencial creativo y político de las redes sociales. Entre ambos periodos hay muchos eventos que podrían explicar esta transición del optimismo al pesimismo. En el caso de Frost-Arnold, un evento peculiar, quizás menos global que el brexit o la victoria de Donald Trump a golpe de meme, sirve para ilustrar las numerosas aristas epistémicas de nuestras complejas interacciones en la esfera digital.

Durante las revueltas árabes de 2010, un blog logró atraer la atención de numerosos periodistas y comentaristas políticos occidentales. El título del blog era muy sugerente: Una chica gay en Damasco contaba la revolución siria desde la perspectiva de Amina Arraf, una activista lesbiana de origen sirio-americano, que narraba en primera persona sus experiencias durante las revueltas. Meses después se descubriría que el blog era en realidad un fake y que su autor, Tom MacMaster, era un americano que vivía en Escocia. ¿Por qué nos parece especialmente grave este caso de manipulación de identidad por parte de MacMaster? ¿Se trata de otro juego posmoderno o debería preocuparnos más esta ficcionalización de la perspectiva de una activista durante un proceso de protesta política? ¿Qué diferencia hay este caso y otros en los que ocultamos nuestra identidad en redes para opinar con más libertad sobre cuestiones políticas y sociales, o en aquellos casos de activismo político en los que se critica a empresas poderosas o políticos corruptos usando personas o entes ficcionales?

En su etapa inicial, una de las grandes promesas de las redes sociales pasaba por ofrecer una ventana a perspectivas diversas, perspectivas pegadas al terreno ‘en el que las cosas estaban sucediendo’ y ajenas a cualquier mediación desde intereses corporativos o económicos. Atender a esta promesa inicial, hoy parcialmente olvidada, resulta esencial para entender la incorrección de la conducta de MacMaster. Porque allá por 2010 no resultaba descabellado suponer que muchos de los lectores del blog de Amina Arraf querían entender los eventos en Siria desde la peculiar perspectiva de esta activista, con la esperanza de obtener un conocimiento más objetivo de los procesos políticos que se estaban desarrollando. Lo que Tom MacMaster hizo, con independencia de sus motivaciones reales, seguramente afectó a la confianza de muchos de los lectores de los numerosos blogs de activistas políticos que informaban sobre el terreno y en tiempo real de lo que estaba sucediendo en Siria. Y esto seguramente empobreció la comprensión de la revuelta política siria en aquellos años.

Y de eso, en esencia, va el libro de Karen Frost-Arnold: de las diferentes formas en las que se puede impedir la producción y diseminación de conocimiento objetivo (libre de sesgos, prejuicios o intereses) en los diferentes contextos digitales que nos circundan. En el caso concreto de Tom MacMaster, este ideal se erosionó al promover la desconfianza en aquellas perspectivas, como la que genéricamente representa la ficcional Amina, que podrían aumentar la objetividad de nuestros juicios sobre un determinado evento, incorporando voces alejadas del mainstream informativo. Simplemente restar espacio a una persona real ya supone una quiebra de esa confianza y acto de apropiación. La tesis central del libro de Frost-Arnold, en suma, es que la generación de conocimiento en cualquier contexto, también en el contexto digital, requiere que seamos capaces de establecer redes de confianza lo más inclusivas y diversas posibles, redes que permitan aunar diferentes perspectivas y que incluyan también a aquellas que han estado excluidas o que se encuentran al margen de los discursos dominantes.

Este tema general se explora en este libro de forma peculiar, atendiendo a una serie de ‘personas’ o ‘roles’ que podemos adoptar en nuestras interacciones en diversos contextos digitales y que pueden afectar a esas redes de confianza y al conocimiento que podemos extraer de las mismas. En muchos contextos actuamos moderando mensajes e intercambios, y algunos usuarios de las redes son de hecho moderadores a sueldo de las grandes compañías, con el objetivo de garantizar que los intercambios sean respetuosos, productivos y cívicos. En otros contextos actuamos a través de una identidad impostada o ficticia, como ilustra el caso de MacMaster, un faker en el peor de los sentidos, que a su vez puede tener un reverso positivo cuando la identidad ficticia se adopta para criticar al poder o para corregir noticias falsas o narrativas dañinas y excluyentes (trickster). En otros casos nos comportamos como fisgones (lurkers) y miramos desde fuera innumerables debates, intercambios, polémicas y beefs sin intervenir ni tomar partido, o tomando partido con un retweet o un ‘me gusta’. Fisgoneamos en redes y blogs porque queremos aprender, porque queremos entender cómo piensan otras personas alejadas de nuestros gustos y preferencias. Pero también podemos fisgonear de forma irrespetuosa, opinando cuando no sabemos nada del tema y erosionando relaciones de confianza que podrían mejorar nuestra comprensión de otras realidades.

Todos estos roles sirven a Frost-Arnold para profundizar en las preguntas que vertebran este libro: ¿Qué rasgos de la arquitectura de las redes sociales afectan al ejercicio virtuoso de esos roles? ¿Y qué virtudes debe tener un buen fisgón, si su objetivo es aprender de otras perspectivas y generar información y conocimiento objetivo? ¿Son las fake-news un fenómeno genérico o adoptan formas concretas que debemos entender y analizar de forma más densa, atendiendo por ejemplo a grupos o colectivos concretos? ¿Qué riesgos tiene la moderación de contenidos cuando atendemos a las presiones comerciales y económicas que subyacen a las redes sociales e internet? ¿Cómo moderar de forma que las perspectivas minoritarias y oprimidas no acaben silenciadas por ideales de objetividad y neutralidad que resultan desencaminados epistémicamente y que son éticamente dudosos?

Para responder a estas preguntas, y para iluminar la relevancia epistémica de esas ‘personas’ o ‘roles’ esbozados arriba, Frost-Arnold despliega una caja de herramientas peculiar, con una confesa voluntad activista y combativa. El objetivo es lograr entornos digitales lo más inclusivos y diversos posibles, sobre todo en relación con perspectivas largamente silenciadas. Frost-Arnold denomina a su caja de herramientas ‘FOVIVI’ – por Feminists Accounts of Objectivity, Veritism, Injustice, Virtues, and Ignorance – y esa caja acompañará a la autora a lo largo del libro. Por supuesto hay preguntas interesantes sobre esta caja de herramientas: ¿en qué sentido podemos poner algunas de estas herramientas en la misma caja? ¿Cómo evaluar los contextos digitales atendiendo a la promoción del conocimiento (consecuencialismo) y al mismo tiempo a las virtudes de las personas que interactúan en esos contextos? ¿Podemos hablar de objetividad sin ignorar las numerosas críticas a este concepto desde la epistemología feminista? ¿Cómo atender a la numerosa evidencia reciente en torno al carácter grupal e identitario de las protestas políticas? Estas y otras posibles preguntas se responden a lo largo de este libro, de forma amena y siempre en conjunción con casos concretos. Y estas y otras preguntas serán el objeto del seminario y la charla que impartirá Karen Frost-Arnold en el marco de nuestro proyecto de investigación.

 

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El 17 de enero a las 12.30 Karen Frost-Arnold impartirá una conferencia sobre agencia epistémica en contextos digitales, será en el Campus de Puerta de Toledo de la Universidad Carlos III.

 

Antonio Gaitán Torres

Departamento de Humanidades

– Filosofía, Lengua y Literatura

Universidad Carlos III de Madrid